Control del dolor a través de la historia - Pain control through history
Resumen
Resumen
Se describe el descubrimiento y el uso de la anestesia local a través del tiempo.
Abstract
Discovery and aplication of local anesthesia along the time.
En la Cirugía Plástica la realización de una importante cantidad de procedimientos quirúrgicos se efectúa con la aplicación de la anestesia local. Esto en muchos casos está indicado, y uno de sus objetivos es el de visualizar la dinámica facial y las diferentes expresiones; de la misma manera, disminuye el riesgo anestésico frecuentemente en pacientes con diferentes afecciones, y facilita la recuperación. Todo esto ha sido la secuela de múltiples conductas dadas a través del tiempo.
Así, en las primeras etapas de la vida del ser humano se realizaba la cauterización y la curación de diferentes heridas a partir de la elaboración de fogatas con abundante leña y diferentes clases de hierbas, las cuales causaban una espesa humareda; entonces se exponía al lesionado a la inhalación profunda de dicha humareda, lo cual permitía efectuar los procedimientos.
Con el transcurrir del tiempo, en diferentes culturas se realizaban procedimientos quirúrgicos empleando diferentes agentes terapéuticos, dentro de los cuales constituyó un importante factor el vino, ya que en diferentes casos se causaba una embriaguez que permitía efectuar trepanaciones, cauterizaciones y amputaciones con una tolerable pasividad por parte de los afectados.
Otro método utilizado era el de la compresión local, que permitía efectuar amputaciones y cauterizaciones en las extremidades con una significativa tolerancia de los diferentes pacientes, quienes en muchos casos habían sufrido lesiones en múltiples conflictos bélicos1.
En lo pertinente a los agentes anestésicos locales, las primeras referencias se adjudican al uso de la cocaína, alcaloide derivado de las hojas de coca (Erytroxilón sp.), planta originaria de la región andina utilizada por diferentes comunidades indígenas cuyo hábito cotidiano era el de masticar la hierba para «fortalecerse » e inhibir el hambre y la fatiga, y de esta manera lograr un importante desempeño en su actividad diaria2.
Con relación al uso de la coca en diferentes procedimientos quirúrgicos se ha hecho la siguiente descripción:
«Los indígenas masticaban hojas de coca junto con cal apagada en un procedimiento que se conoce como mambeo (figura 1). Así se lograba aislar el alcaloide cocaína y al tragar la saliva impregnada con él la respuesta más importante es la de combatir la fatiga y el hambre. Dice la tradición que en la época precolombina los médicos incas (chamanes) mambeaban grandes cantidades de hojas de coca con el fin de obtener altas concentraciones de saliva que al escupir sobre la piel o sobre una herida, se lograban ejecutar operaciones como las trepanaciones halladas en las sepulturas incaicas precolombinas»3.
El uso de la coca se difundió entre las diferentes culturas indígenas, y de la misma manera fue observado y descrito por los diferentes colonizadores en la región andina . Al respecto se registra, de parte de uno de los más destacados cronistas de la época, el Inca Garcilaso de la Vega, en su obra Comentarios reales de los Incas, la siguiente descripción: «No será razón dejar en el olvido la yerba que los indios llaman cuca y los españoles coca, que ha sido y es la principal riqueza del Perú para los que la hayan manejado en tratos y contratos; antes será justo que se haga larga mención della, según lo mucho que los indios la estiman, por las muchas y grandes virtudes que della conocían antes y muchas más que después acá que los españoles han experimentado en cosas, indios que la comen se muestran más fuertes y más dispuestos para el trabajo; y muchas veces, contentos con ella, trabajan todo el día sin comer. La cuca preserva el cuerpo de muchas enfermedades y nuestros médicos usan della hecha polvos, para atajar y placar la hinchazón de las llagas; para fortalecer los huesos quebrados; para sacar el frío del cuerpo o para impedirle que no entre; para sanar las llagas podridas, llenas de gusanos»4.
Por otro lado, los procedimientos con anestesia local continuaron, y el médico escocés Neil Arnott (figura 2), en el año de 1851, preconizó la utilización del hielo y la sal como coadyuvantes en algunos procedimientos. Posteriormente, los diferentes progresos lograron que en algunos procedimientos se utilizara la jeringa, y es así como hacia 1853 el médico Alexander Wood inyectó substancias opioides con el objetivo de tratar diferentes dolores de etiología neurálgica, describiendo los efectos no solamente locales sino las afecciones sistémicas del uso de estos fármacos5.
Continuando con estos procesos, y tomando en cuenta que cada día se utilizaba con más frecuencia la coca, en el año de 1860 el farmacólogo alemán Albert Niemann, utilizando las hojas de coca, aisló la cocaína. Entonces se inició una importante etapa en el uso de este fármaco para diferentes procedimientos. Así, es importante resaltar que uno de los más des- tacados médicos que estimularon el uso de la cocaína fue Sigmund Freud (figura 3) quien, con Carl Koller (figura 4), utilizó dicha sustancia como anestésico tópico en procedimientos oculares. De la misma manera, el Dr.Freud implementó el uso de este producto con el objetivo de tratar diferentes afecciones, no solamente por su aplicación anestésica sino como efecto sedante (figura 5); en esta forma se inició también la psicofarmacología2.
Ahora bien, en el año de 1904, el químico Alfred Einhorn (figura 6) desarrolló el primer anestésico local sin- tético: la procaína. Esto lo logró después de estudiar la acción de diferentes ésteres de varios ácidos aromáticos, los cuales producían en mayor o menor grado efectos anestésicos locales con diferentes tiempos y grados de disminución de la sensibilidad. De esta manera se marcó un importante y significativo hito tanto en la medicina como en la práctica de diferentes procedimientos quirúrgicos. Sin embargo, se cuestionó la corta duración del efecto anestésico y, en algunos casos, las re- acciones alérgicas; no obstante, el uso de dicho anestésico continuó. Hasta que en el año de 1930 se introdujo el uso de la tetracaína, lográndose un efecto más duradero. Luego, en el año de 1943, Nils Löfgren y Lundquist, realizando diferentes estudios y prácticas, sintetizaron la lidocaína, cuyo uso se difundió ampliamente.
Aunque la lidocaína se continuó utilizando, es importante recalcar otro importante y trascendental paso, el cual fue el del descubrimiento de la epinefrina, aislada por Feurth en 1898, quien la denominó suprarreina. Posteriormente Takamine y Aldrich, trabajando separadamente con extractos suprarrenales, la llamaron adrenalina. Y finalmente Stolz, en el año de 1904, logró su síntesis, con lo cual se implementó ampliamente su uso en diferentes procedimientos, logrando mayor duración y menor sangrado 1. Más tarde, Löfgren logró la síntesis de la lidocaína, la cual producía un efecto anestésico más rápido, más duradero y menos tóxico que el de la procaína. No obstante, en el año de 1956, Ekstam sintetizó la mepivacaína, la cual producía efectos anestésicos aún más duraderos y menos tóxicos1.
Todos los anteriores episodios marcaron etapas importantes y trascendentales en la práctica de la Cirugía Plástica, ya que permitieron disminuir los riesgos y los costos de los procedimientos, y de la misma manera hicieron posible su práctica y aplicación en diferentes hospitales, consultorios e instituciones sanitarias, lo mismo que en algunos procedimientos urgentes practicados a los diversos lesionados en conflictos bélicos. Esto, de todas maneras, no descarta ni elimina los diferentes logros y procedimientos de la aplicación de la anestesia general.
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PDFReferencias
1. . Santamaría R., Mónica. Historia de la anestesia local. Universidad Nacional Autónoma de México. 2003.
2. . Herrera Pontón Jaime. Historia de la anestesia en Colombia. 1999.
3 . Núñez Olarte Enrique. El dolor en la historia de la Medicina. Temas
Médicos. Tomo XIV. Academia Nacional de Medicina. 1992.
4. . De La Vega, Inca Garcilaso. Comentarios Reales de los Incas. Cap.
XII. Biblioteca Peruana. Lima: Editorial Peisa; 1973. ,
5. . Laín Entralgo, Pedro. Historia Universal de la Medicina. Tomo VI.1972.
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